Conoce más de la historia de este municipio del sur de Tamaulipas

Podrás disfrutar de sus lugares turísticos, así como también de su rica gastronomía donde destaca la inigualable cecina; carne preparada con limón y sal, y sin faltar las artesanías de Congregación Fortines.

Parroquia del señor San José, símbolo de Antiguo Morelos

Este monumento protegido por el INAH se cree comenzó a construirse a principios del siglo XIX. En el año de 1879 don Eduardo Almazán, Presidente municipal de aquel entonces, mando construir la torre de la iglesia.

Página oficial del Cronista adjunto de Antiguo Morelos

El objetivo de este blog es dar a conocer los hechos históricos, anécdotas, personajes, lugares turísticos, etc. de este municipio.

sábado, 26 de enero de 2013

La Mujer Triste: ¿Has visto a mi hijo?

antiguo-morelos

Jorge Zamora
http://enpublico.mx/


Salimos de Ciudad Mante a eso de las 8 de la mañana y 40 minutos después ya estábamos entrando al pueblo. Mi “Jefecito” era ya un señor de edad avanzada y yo apenas tenía 8, “llegaste tarde pero llegaste bien” siempre me decía con el amor que sólo un padre tardío puede expresar.Recuerdo muy bien la primera vez que visité Antiguo Morelos. Era yo muy niño y mi padre fue en su camioneta a recoger un viejo motor de 8 cilindros que había comprado.

Mecánico de toda la vida, no perdía momento para explicarme cada cosa y cada pieza que llegaba a mis manos: “este es un distribuidor y esta es una bujía” son algunas frases que aún retumban en mis oídos.
Pero ese viaje a Antiguo Morelos pasó a ser una experiencia que no iba a olvidar por otros motivos.
Llegamos a la casa de Don José, ahí por la calle Zaragoza y nos recibieron con una mala noticia.
-Don José no’sta, se fue a Ciudad del Maíz en la madrugada porque su hermano Jaime se puso malo, pero llamó por teléfono y dijo que llegaría “mas tardecito”- nos dijo una vecina que amablemente había accedido a darnos el recado.
-Oiga ¿y no dijo más o menos a qué hora llegaría? – Pregunto mi padre con toda la ecuanimidad de sus 58 años.
- Pos dijo que como a las 12, pero pues el motor ahí esta enganchado a la cadena, dijo que si deseaba lo fuera subiendo pa’ llevárselo- Respondió aquella señora
-No, mejor espero a que llegue, faltaba más- Dijo mi “apa” y nos retiramos.
Reverseó su querida camioneta modelo 62 y fuimos a buscar algo para almorzar. Nos detuvimos en un puesto de tacos de barbacoa que devoré con mucho gusto.
Nos estacionamos más tarde frente a la carretera que en aquel entonces no llevaba mucho trafico, él, se acomodo la cachucha y se reclinó en el asiento de la troca.
-Échate una pestañita- me dijo, pero para un niño de 8 años eso no es una opción… y el reloj empezó a correr.
Ya me desesperaba, de tanto esperar, cuando en alguna casa sonó el “Ave María” que trasmitían en una estación de radio y mi papá se despertó.
-Ya son las doce, “amonos” por el motor.
Llegamos de nuevo a aquella casa que tenía un solar enorme y volvimos a tocar aquel zaguán de metal con tela ciclón.
-¡Buenaaaaaas! Grito mi papá al tiempo que golpeaba un poste con una moneda de 10 pesos, de esas que tenían como 7 lados.
-¡Oiga me llamó Don José, que ya mero llega, que por favor no se vaya! Dijo la vecina asomándose de su casa con un colador lleno de arroz en la mano.
-¡Ta’ bueno! Dijo mi papá al tiempo que mascullaba alguna mala palabra entre dientes, pero que no quiso que yo escuchara.
Y ahí nos sentamos, bajo la sombra de una bugambilia. Mi padre encendió un cigarro sin filtro y empezó a cantar una canción de Cornelio Reyna.
La espera se prolongó hasta las 3 de la tarde, hora en que llegó Don José, que a sus 70 años se veía fuerte como un roble, y que primeramente se disculpó por la tardanza. Nos invitó a comer para compensarnos por la espera. Mi padre accedió porque acá entre nos era un tragón de primera y a esa hora ya le “andaba de hambre”
Terminamos de comer y Don José sacó un pomo de vino. “Esto va a tardar” pensé en mi mente infantil, pero que ya conocía las “tardanzas” de mi papá. No me quedó mas remedio que encontrar algo en que entretenerme.
Casi a las 6 de la tarde, y al borde de la desesperación. Me puse a vagar por aquellas calles. Me resultaba extraño que estuvieran casi vacías, sin gente caminando por las banquetas de tierra. El tiempo se me fue entre lanzar piedras a los gorriones y esquivar uno que otro perro. Fue ahí cuando pasó.
Alguien tocó mi cabeza y volteé. Era una señora, no muy grande, pero no muy joven, pero llena de arrugas que me miraba con una expresión de tristeza en su rostro.
-¿No has visto a mi hijo?- Me preguntó. Yo moví la cabeza en señal de negación y se sonrió al tiempo que medio dibujó una sonrisa en sus labios.
-Es como tú, así chiquito pero morenito, trae un pantalón café y una camisa blanca, se fue desde la mañana a la parcela a dejar lonche pero no ha regresado, ¿seguro que no lo has visto?- volvió a preguntarme aquella señora que demostraba una profunda angustia.
-No, no ha pasado nadie por aquí, y yo he estado aquí desde la mañana- respondí
La señora de pronto soltó un horrible grito de lamento y empezó a caminar. En ese momento me di cuenta de que no tenía pies y que iba como flotando.
Yo me asuste y no se me ocurrió otra cosa que correr a aquella casa donde estaba mi papá, que ya me estaba silbando para encontrarme.
-¿Donde andas mi’jo?- me pregunto mientras yo lo abrazaba muy asustado.
-¡Una señora, una señora que no tiene pies!- gritaba y lloraba yo muy alterado
- No mi’jo esa señora no existe… tranquilízate.
-¿Dónde viste a esa señora? Me pregunto Don José, mirándome fijamente a los ojos.
- Allá por el callejón aquel (En la calle Mina)- dije entre sollozos
- ¿Qué pasa en ese callejón? – dijo mi papá, ya un poco preocupado.
- Pos, a mi no me ha tocado ver, pero dicen que por esta calle, la Zaragoza, se aparece una mujer, unos dicen que es la llorona, otros le dicen “la mujer triste” – respondió Don José – Es una señora que perdió a su hijo hace como cuarenta años, y nunca lo encontró, era un niñito así como tu hijo, chiquito, como de 8 o 9 años. Se aparece por toda esta calle, ahí a la altura de la Logia y se desaparece en el callejón que hace con la Calle Mina- relato al tiempo que terminaban de asegurar aquel motor de 8 cilindros que ya habían trepado a la caja de la camioneta.
Mi padre se puso muy serio, estrecho la mano del anciano, me cargo y me subió a su vieja camioneta ’62.
Yo me quede dormido en el asiento durante el viaje de regreso a Ciudad Mante. Lo último que recuerdo fue que me acariciaba el cabello y enojado decia: ¡Pinches lloronas!
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Las danzas: orgullo mestizo de Tamaulipas





10 de enero, 2013 [10:03]
Jorge Zamora


La danza está considerada como una de las principales y más básicas manifestaciones del espíritu artístico y cultural de los pueblos. En alguno casos, más que entretenimiento, para ellos forma parte de un ritual místico, lleno de significado y simbolismo.
Desde antes de la llegada de los españoles, una gran variedad de danzas formaba parte de los ritos de los pueblos que habitaban en nuestro país.
En muchas ocasiones, los religiosos que evangelizaron estas tierras trataron de extirparlas, por considerarlas paganas, pero en vista de la gran dificultad que esto representaba, por su gran arraigo entre las población indígena, prefirieron “adaptarlas”, “cristianizarlas” y darles nuevos significados que ayudaron su labor de evangelización.
Y Tamaulipas no es la excepción en esta fusión cultural.
A lo largo y ancho del estado se pueden hallar diferentes manifestaciones de la danza que se amalgamaron con el culto religioso de la iglesia católica.
La mayoría de nosotros estamos familiarizados con los cuadros de danzantes que se presentan en fechas como el 12 de diciembre, día en que se celebra el aniversario de la aparición de la Virgen de Guadalupe al indio Juan Diego o en diferentes festejos patronales de cada municipio. Conocidos en el lenguaje popular como “Matachines” o simplemente “Danzantes”. El inconfundible sonido de los tambores nos remite a esa estampa propia de la cultura mexicana.
Sin embargo los diferentes coloridos y variantes de este fenómeno en Tamaulipas es muy amplio.
Danzas de a pie y de a caballo 
Estas son un ejemplo muy colorido, que si bien se pueden hallar expresiones en la mayor parte del estado, es en los municipios del cuarto distrito donde se encuentran muy arraigadas ya que son recurrentes en muchas festividades del calendario de celebraciones católicas.
En las danzas de a pie, un numero que puede variar entre 12 y 25 personas participan, portando una corona, participa el Monarca, la Malinche (única mujer que participa), viste de blanco y que generalmente es una niña. Hay dos capitanes y el resto son simples danzantes y el viejo del grupo.
La danza de caballitos está compuesta de un grupo personas cuyo número puede variar también entre 12 y 24 participantes, todos varones. Hay música de violín y guitarra y un viejo de la danza, que es el que lleva el disfraz de mula y se pone careta de viejo. El que se disfraza de toro, con cabeza de este animal, viste de negro a diferencia de los otros danzantes, que visten de blanco.
La indumentaria y adornos que ese día han de portar, hacen derroche de encajes, paliacates, espejos, plumas, cuentas y demás.
La interpretación se realiza apareciendo primero los danzantes de a pie, ataviados con pantalón de uso común de color obscuro, camisa blanca, un paliacate rojo que colocan en la cintura a manera de delantal, en la mano llevan sonaja y sobre la cabeza, una corona adornada con flores y espejos.
El viejo de la danza, mientras, se encarga de divertir a los niños con su máscara, su chicote y su inseparable muñeca.
Enseguida hacen su entrada los caballitos, la mula y el torito, llevando sus respectivos capitanes que marcan las “pisadas”, las vueltas, el trote y el tiempo para cruzar.
El momento más interesante de la danza, es cuando todos los danzantes “se toman de la mano unidos por un machete, y dando vueltas simulan un corral”, encerrando al torito que ataca a los caballitos tratando de salir.
El vestuario de los caballitos es uno de los atractivos de este rito.
Su fabricación se puede describir de la siguiente forma: se hace una armazón de carrizo que luego cubren con una tela para simular la cabalgura, la adornan con espejos, bandas de papel crepé o de papel de china, fundas de cojines bordados, servilletas bordadas con orilla de gancho, cuelgan guajes y escobetillas de ixtle. Lo más atractivo de la indumentaria es la cabeza del caballito que es tallada en madera de madroño, o de preferencia en “quiote”, la que posteriormente pintan al gusto del danzante, portan una reata que utilizan para lazar al viejo cuando se acerca con la intención de “robarles” la carga que llevan atrás. El caballito es confeccionado por una “madrina” o “padrino” que buscan antes de la fecha que se interpretará y que solventará todos los gastos relativos a la indumentaria.
La música está compuesta por varios sones que son interpretados por violin y tambora, o violin y guitarra.
LA PICOTA
En la zona serrana de, municipio de San Carlos, se conserva la tradicional Danza de la picota, acompañada música ejecutada al son de la tambora y el clarinete.
Los orígenes de este baile vienen de las antiguas danzas que se hacían para que la tierra tuviera fertilidad. Se baila con los pies descalzos y con hermosos trajes de manta bordado con flores, mientras la tambora y el clarinete que por cierto son los únicos instrumentos que se utilizan tocan la bella melodía.
Se cuenta que en la Villa de San Carlos, donde los antiguos indígenas se escondían de los españoles que los querían esclavizar fue donde se dio la primera danza de “La Picota”
El significado de Picota es Columna, aunque también mucha gente dice que en realidad la tradición literal es “Palo Alto” y antiguamente en él se exponía a todo aquel que quebrantara la ley, con el tiempo se fue haciendo una gran celebración con música muy alegre.
Las mujeres danzantes de San Carlos acostumbran ataviarse con un vestido de sencillez característica, prueba indudable de su origen indígena. Para anunciar la fiesta, los músicos suben temprano a tocar al cerro; el penetrante sonido de los dos instrumentos anuncia al pueblo y a los ranchos que la fiesta va a principiar.
Al son de las típicas melodías de ritmo muy rápido, el pequeño conjunto que toca con fuerza y entusiasmo, da alegría a la fiesta. Toman parte de los bailes, hombres, mujeres y niños. En actitud solemne inicia la danza, a base de pequeños saltos e inclinaciones, haciendo un marcado remate cada cuatro compases. Con hermosos movimientos realizan evoluciones para formar significativamente figuras por su autóctona ejecución.
En el aspecto musical, la tambora y el clarinete se acoplan a la manifestación popular de la gente de la sierra que así difundió un modo muy gustado de interpretar las melodías. La picota en Tamaulipas es una expresión popular que debe conservarse genuina y sin conservaciones.



Alejandro "Jano" Gonzalez y su hijo "janito" quien desde niño a participado en este tradicional evento.


Las Marotas: Danza tradicional de Antiguo Morelos. 
En este municipio tamaulipeco encontramos una singular danza, con un desenvolvimiento casi teatral.
Jacobo Castillo, uno de los principales promotores de los valores culturales de este municipio, músico regional y capitán de uno de los cuadros maroteros, explica que esta danza ha existido en Antiguo Morelos desde que la gente tiene memoria.
Aquí esta tradición de Semana Santa es más antigua que el viacrucis actuado.
“Las Marotas se derivaron a raíz de las pastorelas de diciembre, aunque es tan antigua la tradición que no se puede saber. Consiste en representar la presencia de los demonios, en las épocas en que Jesús sufre la pasión y muerte; entonces por eso los que danzan, hombres todos, se visten unos de diablos y otros de ‘marotas’; que son las diablas. La función de ellos es dejar patente que el mal anda suelto en esos momentos, por eso bailan y hacen travesuras durante los días santos” explica.
En esta tradición, el capitán es el encargado de juntar al cuadro de la danza y organizar a los participantes o desde días antes, convoca a reuniones para revisar a las personas con las que cuenta para montar el cuadro y los recursos para que se lleve a cabo la danza: trajes, máscaras, cohetes, etc. También es el que pide al municipio el permiso para que salga la comparsa.
El capitán, escoge un lugar donde los participantes puedan probarse y ponerse el vestuario.
Generalmente se compone de 13 danzantes; seis parejas, más el diablo mayor, “porque fueron trece los que se sentaron cuando traicionaron a Jesucristo” cuenta Jacobo. Las mañanas y las tardes de los días santos salen a bailar a las calles de la comunidad
Marvin Huerta, otro habitante de este municipio que ha colaborado en la difusión de la cultura local describe con lujo de detalles en su sitio web la manera en que se desarrolla esta alegre danza/comparsa:
“Al pasar por las casas la gente les va pidiendo que bailen y les da una cooperación por cada pieza que ejecutan, así divierten a la gente. Simbólicamente, ellos bailan por los demás, porque la gente está de duelo y no puede divertirse si no es por medio de ellos que representan al demonio en persona. Precisamente las marotas tientan a los hombres a pecar, invitándolos a que bailen con ellas, pero es entonces que llegan los diablos a defenderlas, por medio de los chirriones que usan para azotarlos. El chasquido de los chirriones anuncia la cercanía de los cuadros, junto con los gritos que vienen dando, aunque fingiendo la voz para no ser reconocidos.
Las marotas usan ropa de mujer, mientras que los diablos usan pantalones largos llenos de girones de tela cosidos. Las máscaras de los diablos son hechas de cuero crudo, mientras que las de las marotas de cartón, elaboradas por los mismos danzantes.
El sábado de gloria es cuando se hace la boda de las marotas, que es la ceremonia culminante de toda la Semana Santa. Terminando la misa de la noche, después de que se abre la gloria, es necesario regresar a los demonios al infierno, porque ya Cristo ha resucitado y no tienen permiso de seguir en la tierra. Por eso el diablo mayor escoge a una de las marotas para casarse con ella; ellos se visten de novios, con vestido blanco y traje o camisa blanca. Después de abierta la gloria se empiezan a tronar los cohetes para indicar que va a empezar la boda. Los diablos dan una vuelta por el pueblo, desfilando porque ya se va a realizar la boda. En la plaza del pueblo o en la galera, cuando son comunidades, hacen el baile de la boda. La ceremonia es igual a una boda normal pero al revés; primero hacen el baile, después tiran el ramo, bailan la víbora de la mar, el vals, y en último lugar hacen la ceremonia donde los casa el juez. Pero en eso llega la esposa del diablo mayor, embarazada y con muchos diablitos, e impide la ceremonia. En castigo los demonios deben de regresar al infierno. Culminando con la quema del diablo en forma de judas.”
Hay que agregar que no existe una música especial, si no que se adapta música de baile para que se acomode al trio; incluso ahora es más común la música grabada, aunque por ejemplo el cuadro de Jacobo Castillo, que toca en vivo, ha hecho un esfuerzo para que se vuelva a hacer al estilo de antes; arreglando la música nueva y a la vez, sacando los sones viejos. Una precisión muy importante, es que además de los tres cuadros de la cabecera, existen marotas en las comunidades de: México Libre, El Sauz y Fortines.
Con nombres y ciertos detalles diferentes, existen cuadros de diablos en otras comunidades. Son famosas “la judea” de Quintero, municipio de El Mante, y “los diableros” de San Antonio Rayón en el municipio de González, Tamaulipas.