lunes, 27 de octubre de 2014
Profr. Gaspar Barrientos Torres
La paciencia y constancia de este humilde cronista adjunto municipal rinden frutos, y finalmente pude conseguir a biografía del ameritado profesor Gaspar Barrientos, quien llegó a Antiguo Morelos a principios del siglo XX, destacándose de inmediato en la sociedad de esos años. Nació en Cruillas el 20 de septiembre de 1888 y no en Tampico como muchas personas del pueblo pensaban. Fue hijo de Florentino Barrientos Moreno y Trinidad Torres Galván; nieto de Jesús Barrientos y doña Carmen Moreno y bisnieto de Eufrasio Barrientos e Ygnes (Sic) Rivas, todos ellos de Cruillas. Sus tatarabuelos fueron don Adriano Barrientos y Ana María Cantú, oriundos de China, Nuevo León. Se casó con doña Paula Castillo y tuvo varios hijos: María (N. 1912), Artemio (N. 1915), Gaspar (N. 28 de enero de 1916), Lauro (N. 1920) y Jesús (N. 1922). En 1911 fue alcalde 3° constitucional de Antiguo Morelos. Tenía su residencia en la esquina de Juárez y Abasolo. En 1916 aún vivía en el pueblo Después de la revolución se fue a vivir a Cecilia –Cd. Madero– en donde se le consideró un gran maestro. Según la Lic. Carolina Infante, cronista de ese lugar, murió por problemas de alcoholismo. Una escuela de la comunidad 601 de Gómez Farías y otra de Madero llevan su nombre.
domingo, 23 de marzo de 2014
18 Festival de la Huasteca
Villa Juarez, Puebla, Agosto 2013.- Un servidor tuvo la fortuna de ser invitado por parte de las autoridades del ITCA del Gobierno del Estado para representar a Tamaulipas en el foro: Los Jóvenes de la huasteca y sus propuestas culturales, evento realizado dentro del Festival Nacional de las Huastecas, Xicotepec de Juárez, Puebla, 2013. A este festival acuden músicos, artesanos, danzantes, decimistas, bailadores tradicionales, trovadores, escritores y promotores culturales de los estados de Puebla, Querétaro, San Luis, Veracruz, Tamaulipas e Hidalgo y se realiza año con año en alguna ciudad de los antes mencionados. En mi participación me toco proponer la simplificación, capacitación y difusión para acceder a los programas culturales y de esa manera los jóvenes puedan llevar a cabo sus proyectos. En Antiguo Morelos hay muchos jóvenes con talento, es por ello que los invito a que se acerquen y conozcan todos los programas del ITCA y de CONACULTA y de esa manera saque adelante sus obras y proyectos de esta índole.
Así mismo, dentro de mi intervención en dicho foro, hice hincapié en la importancia de preservar nuestra historia y rescatar los archivos municipales de cada uno de nuestros municipios, para que de esa manera las nuevas generaciones conozcan sus raíces y los cronistas e historiadores tengamos fuentes confiables para nuestras investigaciones.
AGENDA DEL EVENTO Y PARTICIPANTES:FORO 9MESAS REDONDASCasa de Piedra12:15 – 14:30 Horas
Los Jóvenes de la Huasteca y sus propuestas culturales
Obed Hernández Vargas (Puebla)José Juan Hernández Hernández (Hidalgo)Hernán Andablo (Querétaro)Marvin O. Huerta Marquez (Tamaulipas)Gabino Manuel Gaspar (San Luis Potosí)Yuyulzin Pérez Apango (Veracruz)Moderador: Andrés Pascual Garci-Crespo
AGENDA DEL EVENTO Y PARTICIPANTES:FORO 9MESAS REDONDASCasa de Piedra12:15 – 14:30 Horas
Los Jóvenes de la Huasteca y sus propuestas culturales
Obed Hernández Vargas (Puebla)José Juan Hernández Hernández (Hidalgo)Hernán Andablo (Querétaro)Marvin O. Huerta Marquez (Tamaulipas)Gabino Manuel Gaspar (San Luis Potosí)Yuyulzin Pérez Apango (Veracruz)Moderador: Andrés Pascual Garci-Crespo
Onesimo Padrón Lara
N. 31 de octubre de 1950
A fines de la década de los 20´s
llega al municipio de Antiguo Morelos una familia oriunda del estado de San
Luis Potosí; Julián, Ángel, Juan y Sergio Padrón Ventura, quienes con la
ilusión de mejores oportunidades, llegan a este municipio tamaulipeco y les
toca la suerte de ser fundadores del ejido El Sauz. De esta familia desciende
nuestro biografiado, quien tuvo la dicha de que fuera su padre el señor Ángel
Padrón.
Onésimo Padrón creció rodeado de músicos
de vara, como dicen en nuestro pueblo, oyendo canciones según comenta, como
“indita mía” y “prieta linda” tocadas por sus hermanos, primos y tíos quienes
se dedicaban a la música. Tuvo varios hermanos: Fortunato, quien tocaba la
quinta huapanguera en el trio “tamaulipecos de Mante”; Eladio, músico de jarana
de forma amateur; Honorio, quien tocaba “minuetes” en los velorios; Isidro,
quien toca el violín, de ahí siguen: Altagracia, quien murió joven, Concepción,
Engracia, Eustolia, Alfredo y Onésimo.
Como dato, un primo de Onésimo
toco en el conjunto típico tamaulipeco, su nombre Serapio Padrón Reyes, hijo de
su tío Juan Padrón Ventura.
Onésimo contrajo nupcias en un
primer matrimonio y procreo a Briseida Padrón Rodríguez. Posteriormente el 15
de agosto de 1999 se casó con la señorita Nancy Martínez Rodríguez con quien
procreó a Cristian Alejandro, Rosa María, Evelin Padrón Martínez.
Cuenta que aprendió los acordes
de la guitarra quinta solo y oyendo a sus hermanos mayores. En 1983 formó junto
a su hermano Isidro (Violín) y su primo Amador Padrón (jaranero hermano de
Serapio el del típico tamaulipeco) el trio Hermanos Padrón, quienes con su
estilo diferente deleitaron a mucha gente en esta región tamaulipeca.
A la muerte de su primo Amador
entra al trio don Pedro Hernández - Q.E.P.D-
oriundo del Naranjo, S.L.P.
Relata Onésimo que dentro de la
música se viven muchas alegrías y también se batalla y se sufre. Con sus
hermanos recorría las calles de Cd. Valles, El Naranjo, Mante y Antiguo Morelos
de cantina en cantina, para poder darle el pan de cada día a su familia.
En el trienio del profesor Javier
Molina Barrera el ayuntamiento le obsequio a cada uno de los integrantes del
trio una bonita cuera tamaulipeca y no había festival en el municipio a donde
no los llevaran a tocar.
Otro de los momentos que marcaron
su vida dentro de la música, fue cuando
fueron invitados a participar a un encuentro de huapangos en Xilitla,
S.L.P. Los hermanos Padrón nunca
grabaron un disco de forma profesional; hay tres producciones grabadas de forma
amateur, una de ellas fue precisamente en Xilitla y dos más en bares de Antiguo
Morelos.
Hoy el futuro de los hermanos Padrón
es incierto, don Pedro Hernández falleció, Onésimo fue amputado de una pierna,
solo Isidro se mantiene activo tocando en bares de Cd. Mante.
Para finalizar la entrevista me
comentó Onésimo que le gustaría que el gobernador y las autoridades del ITCA le
donaran una prótesis, para de esa manera seguir trabajando en lo que más le
gusta, la música de huapango.
¿La madre de Joaquín Hernández Galicia "La Quina" era de Antiguo Morelos?
Platicando en días pasados con doña Rosalva Arteaga Espriella descendiente de la familia Galicia de este municipio, me mostró esta fotografía que data del 4 de abril de 1944, en ella aparece en medio, una señora de nombre Leonor Galicia y su hermano Pedro Galicia a su izquierda. A su derecha se observa a su hijo, un niño de traje que supuestamente es Joaquín Hernández Galicia, “La quina”, ex líder petrolero nacido en Tampico, Tamaulipas el 12 de agosto de 1922. Indagando en páginas de genealogía como “familysearch” descubro que según el censo de 1930, vivía una familia en Cecilia, Tamaulipas (hoy ciudad Madero) cuya madre se llamaba Leonor Galicia y que tenía un hijo de nombre Joaquín Hernández que por la edad coincide con la del ex líder petrolero (nacido en 1922). Otro dato que me hace pensar que es muy probable esta teoría, es que en su libro autobiográfico menciona a su mama Leonor. Según me han comentado, “la quina” estudio primaria aquí en Antiguo Morelos para después irse a Tampico, esto es tradición, no he dado con la fuente para confirmarlo. Lo que si se, es que Leonor Galicia era hija de Lázaro Galicia, hermano de Pánfilo Galicia (político antiguomorelense de fines del siglo XIX) y nieta de don Porfirio Galicia y de doña Nazaria Salazar.
sábado, 22 de marzo de 2014
La Casa Embrujada de Antiguo Morelos
Por: Francisco Ramos Aguirre
Aquella
mañana de noviembre de 1873, todo transcurría normal en el Rancho Allende de Antiguo Morelos. Después de ordeñar las vacas y
supervisar la cosecha de maíz; Eusebio Balderas, entró a la bodega donde
guardaba el algodón, y se detuvo estupefacto a la mitad de la habitación. Sus
ojos no daban crédito a lo sucedido. Inexplicablemente, y sin alguien de por medio,
los sacos de fibra, empezaron a trasladarse hacia el tejado de palma. Al
principio atribuyó dicho fenómeno a las ratas de campo. Horas más tarde, la
sorpresa fue mayúscula, cuando jorongos, almohadas, ropa y otros artículos
domésticos se movían de su lugar, sin presencia de los roedores.
Don
Eusebio avisó a su esposa Alejandra Cruz y después de analizar la situación,
atribuyeron la causa a los duendes o malos espíritus de la antigua casona. Para
ahuyentarlos, convocaron al resto de la familia a la modesta capilla instalada
del rancho. El propósito era ahuyentar las
fuerzas del mal, y por ello iniciaron un ritual de oraciones, jaculatorias,
velas encendidas, incienso y agua bendita. Al día siguiente, lejos de aminorar
la situación, los sucesos extraños continuaron con más fuerza.
A media tarde, doña Alejandra pasó gran
parte de la jornada, seleccionando algodón para hilar. Antes de dormirse,
colocó el producto de su trabajo y el malacate en un costurero. Al amanecer,
encontró el canasto vacío. Después de buscar la fibra durante una hora, encontró
el malacate en el tapanco. Junto a él, varios kilos de algodón hilado de
extraordinaria calidad y textura, como si se tratara de un trabajo realizado
por una máquina textil.
Cuando
las mujeres entraron a la cocina a preparar los alimentos, no localizaron en su
lugar las manos del metate, ni la piedra para moler la salsa picante. A las
pocas horas, salieron al campo, donde fueron localizados los implementos del
metate, no así la bola del molcajete envuelta en un trapo y colgada en el
tejado de la casa. Así, en el transcurso de los días, inexplicablemente
cambiaron de lugar: servilletas, almohadas, cobijas, ropa y otros artículos.
Ante tal situación, decidieron comunicarle dichos fenómenos al cura Jesús
Rodríguez de la parroquia de Antiguo Morelos.
El opinó sobre la presencia de
brujas, diablos y duendes en ese lugar.
Por tal motivo, dispuso bendecir y
lanzar algunos conjuros en la casa. Una noche, al entrar el clérigo a la
habitación más amplia, poseída por los malos espíritus; Eulogia Balderas, hija
de Eusebia, se quitó el reboso ante la presencia y lo colocó en una grada.
Minutos más tarde la familia y el sacerdote, se percataron que había
desaparecido. Entonces lo buscaron infructuosamente por varias horas. Como
último recurso, abrieron con una llave la cerradura de un viejo baúl y sacaron
la ropa, pieza por pieza. En el fondo, estaba el rebozo, cuidadosamente
doblado. Al desplegarlo, se fragmentó en cuatro tiras, perfectamente cortadas
con tijeras.
Éstos y otros extraños fenómenos,
continuaron presentándose varios días. Otras veces, ante la vista de familiares
y vecinos, flotaban en el aire: metates y costales de sal que luego se
derramaban en el suelo. Cierta ocasión, las jóvenes Plácida y Anacleta,
extrajeron de la noria dos cubetas de agua, y en trayecto, las correas que las
sostenían se desataron. Ambas mujeres fueron sujetadas y arrastradas varios metros por la reata. En tanto, en
presencia de algunos testigos, manos
invisibles accionaron unas tijeras y cortaron las trenzas a la misma Anacleta.
Igual sucedió a Lucía de cinco años, a quien despojaron de sus trencitas. Otras
veces, aquellos seres invisibles lanzaban piedras, sin que les causaran daño.
Los Balderas acudieron nuevamente al
presbítero de Morelos, quien les recomendó consultaran a Ramón Lozano, un ex
sacerdote que vivía en la Hacienda del
Tigre. “Esto no tiene ninguna semejanza con diablos, brujas o duendes. No
crean en eso, sino en un Dios todo poderoso.” Les dijo, mientras se declaraba
incompetente para descifrar los raros acontecimientos. En cambio les entregaba
una carta dirigida a un espiritista de la Villa de Quintero.
Desesperado, antes de regresar a su
terruño, Balderas visitó algunos amigos en Ocampo y les platicó sus inquietudes
en busca de un consejo. Unos se inclinaban por los diablos, otros afirmaban que
eran duendes traviesos; mientras las mujeres atribuían los males a las brujas.
Cuestión de fe o casualidad; después de
acudir con el brujo de Quintero y acatar sus recomendaciones al pie de la
letra; increíblemente los misteriosos
acontecimientos se suspendieron de la noche a la mañana. A partir de ese
momento, la tranquilidad reinó de nuevo en la casa de aquella familia.
(Basada en una nota del periódico El Radical, México, D.F,
22 de marzo de 1874, p. 1)
Ramón Lozano: El padre Amaro del siglo XIX
Por: Francisco Ramos Aguirre
A fines de esa centuria, el sacerdote
protagonizó una escandalosa relación en Santa Bárbara, hoy cabecera de Ocampo;
a viento y marea defendió su amor terrenal y abrió la puerta a otros curas
que cedieron a esa tentación
Desde sus orígenes coloniales,
Tamaulipas se distinguió como un territorio renuente a la evangelización de los
frailes católicos. Esta percepción de estado laico, se reflejó en el siglo XIX
y parte del XX. En 1910, durante un recorrido por las principales poblaciones
de la entidad, el viajero italiano Adolfo Dollero, percibió entre otras cosas,
la postura anticlerical de sus habitantes y escribió en su diario: “Hemos
podido observar que en Tamaulipas no hay ese fanatismo religioso que domina en
otros estados de la República. El pueblo tamaulipeco es bueno, pero no tolera
yugos ni vejaciones.”
Al proclamar Benito Juárez las Leyes
de Reforma, algunos sacerdotes, adoptaron conductas radicales respecto a su manera
de pensar. Por su trascendencia internacional, el caso más sonado fue el del
presbítero Ramón Lozano, encargado de la parroquia de Santa Bárbara, actual
cabecera municipal de Ocampo, donde se ganó el aprecio y confianza de los
feligreses que acudían a escuchar sus sermones.
La primera referencia sobre su
estancia en este sitio, se remonta a 1853, como fundador de una escuela
parroquial, donde impartía gratuitamente la cátedra de gramática latina a los
niños pobres de la población. Tenía una enorme autoridad, no sólo en Santa
Bárbara, sino también en Nuevo Morelos, Tula, Villa Quintero y Magizcatzin.
Gracias a sus buenos oficios, logró establecer vínculos con las élites
políticas y económicas de aquella época.
Santa Bárbara era una población
ubicada en un punto geográfico estratégico. Paso obligado de viajeros,
comerciantes, autoridades, arrieros y caravanas que se trasladaban entre
Tampico y la capital del país. En 1823, el famoso embajador norteamericano Joel
Poinsett, la describe como un sitio rodeado de vegetación exótica y abundantes
árboles verdosos. Las mujeres ricas y republicanas, se congratulaban con la
independencia porque gracias a ella: “Ahora que ya no nos gobiernan los
gachupines, nos llegarán bonitas telas a precios baratos.”
Refundido en aquél vergel enclavado
en la Sierra Madre Oriental y difícil acceso; fascinado por las bellezas
femeninas de Santa Bárbara, el cura Lozano cometió la barbaridad de enamorarse
de una doncella, quien le hizo perder no sólo la cabeza, sino también los votos
de castidad y obediencia. Se llamaba Cesaria Quintero, perteneciente a
una familia de abolengo. Como se dice en la actualidad, don Ramón la eligió de
pareja sentimental y vivieron un indiscreto romance hasta que la muerte los
separó. Todo el pueblo sabía de sus amoríos, menos las autoridades
eclesiásticas, o al menos se hacían de la vista gorda.
Desde 1854, Lozano empezó a mostrarse
rebelde ante la jerarquía católica, participando con otros curas en reuniones
donde trataban temas reformistas para su iglesia. Por ello, cuando se promulgó
la Constitución de 1857, no dudó en simpatizar con ese proyecto liberal y
acudió a la protección de las Leyes de Reforma. Sin titubeos, fuera de
simulaciones y doble moral, determinó provocar un escándalo, capaz de rebasar los
límites de Tamaulipas.
El 9 de enero 1861, envió al Congreso
del Estado un documento solicitando el reconocimiento ciudadano de sus hijos
“naturales”: “El presbítero Ramón Lozano, cura propio de Santa Bárbara, ante
V.H. con profundo respeto comparezco que tengo un niño, hijo mío de cuatro a
cinco años de edad, llamado Ramón. Otro de tres a cuatro, llamado Pedro; y una
niña de once meses llamada Cesaria, cuya madre es doña Cesaria Quintero, de
quien han tomado el apellido y llamádose hijos naturales; que los quiero como a
nadie sobre la tierra, y aspiro a su bienestar, educación y felicidad como el
mejor de los padres, deseando por lo mismo tengan los goces y beneficios que la
ley concede a los hijos legítimos. Y sin que esto no podrá ser, sin que intervenga
en ello la Soberanía del Estado.”
Esto, desde luego motivó una gran
polémica entre los diputados, motivo por el cual corrieron ríos de tinta en los
periódicos locales y nacionales. Por su parte la iglesia católica, en la voz
del obispo de Linares, Francisco de Paula Verea y González, satanizó su actitud
desde el púlpito. En abril de ese año publicó una carta pastoral, cuestionando
la actitud del párroco y desaprobando los sacramentos que impartiera. Además
amenazó con excomulgarlo por haber legitimado a sus hijos. Se refiere a él con
calificativos agravantes: “Párroco Desgraciado”, “Desdichado”, “Su corazón será
devorado por los más atroces remordimientos” y “abominable”.
Lozano defendió su proceder enviando
una carta aclaratoria con mucha salva al periódico: Rifle de Tamaulipas. Pone
de ejemplo la conducta de otros sacerdotes pertenecientes a la misma parroquia
de Santa Bárbara: “Todos mis antecesores…fueron tan frágiles como yo: los más
virtuosos y modestos tuvieron hijos que aún viven en la miseria, por no haber
cumplido sus padres con los deberes de la naturaleza.” Argumenta que la Mitra
de Monterrey, en lugar de sancionarlos, los premiaba asignándoles mejores
lugares para propagar la fe.
La principal causa de la ruptura
entre Lozano y la jerarquía eclesiástica no fueron las pasiones carnales ni su
ideología liberal. La gota derramadora del vaso de agua fue la convocatoria a
los feligreses de Santa Bárbara y Nuevo Morelos, exhortándolos a fundar una
nueva organización religiosa, independiente de Roma. Así surgió La Iglesia
Católica, Apostólica, Mexicana de Santa Bárbara, la cual no se desligaba de la
fe católica, pero en cambio apoyaba la libertad de conciencia y las Leyes de
Reforma. Acepta la autoridad del obispo de Linares, siempre y cuando se
someta a los lineamientos de la nueva institución. Mientras tanto, la cabeza y
pontífice, sería en mismo Lozano.
La nómina de pobladores quienes
apoyaron dicho proyecto era numerosa. Estaba conformada principalmente por
varones, animados por la euforia de una iglesia reformista amparada en el
estado mexicano. Ante esta situación el presbítero se vio obligado a separarse
de sus funciones parroquiales y fue sustituido por el padre Antonio
Aranda. Lozano determinó dedicarse a la política, y en 1871 lo encontramos
desempeñándose como diputado local. Incluso, desde su curul promovió el
matrimonio civil entre algunas parejas que vivían en amasiato. Sin embargo, la
llegada de Porfirio Díaz al poder esa misma década, habría de truncar sus
aspiraciones.
El cura rebelde decidió retirarse a
la vida privada y familiar en Gómez Farías. Calificado como una persona de gran
capacidad e instrucción, su influencia regional continuó vigente entre los
pobladores. En 1874 el señor Félix Balderas acudió a la Hacienda del Tigre,
probablemente propiedad de Lozano, para exponerle un fenómeno sobrenatural
relacionado con brujas, duendes, diablos y aparecidos en su rancho Allende,
perteneciente a Nuevo Morelos. El cura les recomendó creer solamente en Dios
Todopoderoso y turnó el asunto a un adivino en Villa de Quintero, encargado de
finalizar el hechizo.
En 1879 el misionero protestante Samuel A. Purdie, acudió a visitarlo en
su casa del Rancho El Chinaco. La conversación se relacionó con asuntos
religiosos. Hasta ese momento el controvertido cura continuaba en el llamado
Vergel de Tamaulipas. Ignoramos si se trasladó hacia otro sitio de la República
Mexicana, su fallecimiento y el futuro de su descendencia. Lozano es un
personaje sujeto de la historia del catolicismo en México y las rupturas a lo
largo del tiempo.
Visita de Luis Donaldo Colosio a nuestra región
En esta foto de Colosio en ciudad Mante, podemos ver al entonces alcalde de Antiguo Morelos, Alberto Rostro Armendáriz, quien aparece junto a otros personajes de la política regional.
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